Mercado de la Edad Media
La gente cambia sus vaqueros por vestimentas de entonces, unos serán campesinos, otros juglares, otros nobles, y todos con los amigos, para vivir la fiesta.
Déjate llevar por los olores, y podrás recorrer los rincones de este mercado diferente. El sonido de las gaitas y chirimías nos conduce calle abajo: almendras garrapiñadas, chocolate de las Américas, velas de extrañas formas y colores se exponen a nuestros ojos. Si continuas andando, y te dejas llevar por los olores, llegarás al zoco, y allí tranquilo, puedes tomar un sabroso te con menta acompañado de dulces y dátiles. No muy lejos, en la plaza Mayor, un artesano de la villa da forma a la madera pedaleando en su torno de ballesta, torno heredado de sus antepasados. Un poquito más lejos, en un escenario al son de la música, una bailarina se mueve con gracia. Los niños tienen su lugar de diversión con juegos de ingenio o manuales, como la rana, pescan el pez, tiro con arco, …Los vendedores ofrecen sus artículos: ¡cuernos de oro¡, ¡alfombras de piel¡. Una parada de nuevo, esta vez en la taberna…, mientras, a nuestros oídos llega la voz del ciego: “Aquí está el ciego, señores”, recitando de memoria tonadillas, entremeses y monólogos de historia, seguidillas y sainetes, coplas, tresillos y trovos…
Todo se acompaña con teatro en las calles de día, y espectáculo de fuego por la noche.
Así transcurre el tiempo, paseando entre mendigos, vendedores de miel y remedios milagrosos. Y acaso, andando, a la vuelta de la esquina, puedes encontrarte a nuestra reina, libre de cautiverio, recorriendo las calles como tú.
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